Me despierto con ese frío matinal, sólo característico de mi pieza, mezcla de mi ventilador por siempre prendido, más el frío mañanero de mi pieza que descansa con la ventana abierta; casi siento que garuga encima mío. Me cuesta un muuundo levantarme, en estado de sopor voy sacando las piernas una y después la otra. Demasiado frío. Vuelta a acostarme. Esta rutina se repite como 4 veces hasta que al final la conciencia me llama y me levanto completamente no seducida con la idea de ir a la universidad.
Me visto con la calma que mi familia siempre me ha recriminado tanto, me peino (+ una lista extensa de nimiedades) y parto a la cocina a tomar desayuno...
Estuve, como siempre, apunto apunto de poder irme cómodamente con mis papás en auto, pero de repente la idea de viajar en micro me seduce, no sé porque ... así que desistí estresarme.
El frío me hiela los pies (las converse no son el mejor recurso para caminar en otoño) pero logré llegar al paradero...
Ya en la segunda micro, cuando mi mente va produciendo cosas inconexas y la música acompaña la travesía (siempre la misma música, tengo que acordarme de cambiarla o mejor dicho... darme las ganas) ví a un tipo que ... era tanta la similitud que me hizo acordar de una frase que escribí (mos) cuando la mañana era parecida a esta. - yo disfruto de las mañanas con música animadamente frenética-
- yo disfruto de las noches con la misma música-
Conclusión:
Persona 1. Disfruto de las mañanas por todo lo que el día tendrá para revelarme.
Persona 2. Disfruto de la noche porque sobreviví el día.
Llegando a la universidad se pone from my hands, (cosa rara porque por lo general la lista nunca avanza hasta esa canción) y pienso que.... mierda, como han cambiado las cosas.
Necesito del microambiente de mi pieza, tanto como de mi cigarro post-comidas ... de mis lápices, libros, dibujos, fotos, películas, computador, música, botellas, afiches, cajas, cráneos, ropa, cremas, zapatillas, pantuflas, vasos, ceniceros, paneles, máscara, lámparas, ventilador, magic 8 ball, dvd/vhs, tele...
en realidad no sé cuando se establecieron los lazos entre mi misma y este espacio de cuatro paredes que no debe alcanzar los 5m cuadrados, donde con suerte quepo yo y tres personas más ... ya cuatro y se arma un desastre de proporciones mayores.
Cada una de las manchas de la alfombra, de las paredes marcadas con mis patéticos intentos de anarquía, me revelan cada una de las etapas por las que he pasado y cada vez que llego, la sensación de alivio por ver un trozo mío en cada una de las cosas que hay, desde el chinche hasta mis libros... y es que encierran toda mi historia y los intentos de transformación que he tenido a lo largo de estos años y que aún sigo teniendo.
Todavía faltan objetos para la composición completa, que probablemente nunca se terminará ... siempre serán parte de mi "to-do list" que cuelga en una de mis paredes, eternamente irrealizable.
Me embarga ese mismo sentimiento, aquel que mi mente trató de olvidar ya hace tantos años...
cínicamente trataré de mostrar, como siempre lo he hecho, que la superficie está pacífica, mientras mar adentro las olas siguen rompiéndose.
Ya vendrán nuevos días donde las aristas de ése ámbito se unirán irreversiblemente a mi favor.
Todavía el camino es extenso, mis pies cansados (un poco estacionarios) obligándolos a caminar, a veces a ciegas.
Cuesta tanto ver el final de este camino, está rodeado de demasiados fantasmas.